Como judío que era, Jesús no argumentó contra Moisés, el profeta que presentó la Ley y que sacó a los israelitas de la esclavitud en Egipto. Sin embargo; el Antiguo Testamento narra como, pese a tener la Ley de Dios, Israel falló una y otra vez, pecó y se apartó de Dios. Pero Dios permaneció fiel a Su pacto, preparando la venida del Salvador.
La venida de Cristo a la tierra fue profetizada desde los primeros capítulos de Génesis. Todos los hombres de fe, patriarcas, sacerdotes, profetas y reyes de Israel que en el pasado profetizaron la venida del Mesías, representaron a Dios y hablaron de parte de Él; pero fueron personas imperfectas y pecadoras. Sin embargo, a pesar de esto, todos ellos prefiguraron a Cristo y su futura obra redentora. Moisés fue uno de ellos. Veamos brevemente algunos paralelismos y diferencias.
“Por tanto, hermanos santos, participantes del llamamiento celestial, considerad a Jesús, el apóstol y Sumo Sacerdote de nuestra fe. El cual fue fiel al que le designó, como también lo fue Moisés en toda la casa de Dios porque Él ha sido considerado digno de más gloria que Moisés, así como el constructor de la casa tiene más honra que la casa. Porque toda casa es hecha por alguno, pero el que hace todas las cosas es Dios. Y Moisés fue fiel en toda la casa de Dios como siervo, para testimonio de lo que se iba a decir más tarde; pero Cristo fue fiel como Hijo sobre la casa de Dios, cuya casa somos nosotros, si retenemos firme hasta el fin nuestra confianza y la gloria de nuestra esperanza”. Hebreos 3:1-6
JESÚS: EL CENTRO DE LA BIBLIA
Los seres humanos tenemos dos necesidades: necesitamos escuchar a Dios, y necesitamos ir hacia Dios. Necesitamos la palabra de Dios y necesitamos un camino a Dios. La Ley de Dios, dada por Moisés, nos comunica quién es Dios, su sublime santidad y nuestra terrible condición pecaminosa. Como consecuencia, debido a nuestra transgresión de la Ley, estamos alejados de Dios; por lo que como un tutor, la Ley nos muestra nuestra interna necesidad de encontrar un camino hacia Dios. A lo largo de todo el Antiguo y el Nuevo Testamento Jesucristo se presenta como la única respuesta a las dos grandes necesidades que tenemos.
El centro del Viejo Pacto
Moisés no es el fundador del judaísmo. Israel, como nación, empezó con Abraham aproximadamente 2000 a.C., unos seiscientos años antes de Moisés. Moisés predijo la venida de Jesús. Predijo que el Señor iba a levantar a un profeta que transmitiría la Palabra de Dios (Dt.18:15-19). Todo el que no creyera en este profeta iba a ser juzgado por Dios. Tradicionalmente este pasaje se interpreta en relación con el Mesías, al igual que Gén. 3:15, en el que muchos ven a Jesús como el descendiente de la mujer que aplastaría la cabeza de la serpiente. Aunque Moisés estableció las estructuras morales y sociales que guiaron a la nación hebrea, la Ley no salvaba a nadie del castigo de sus pecados, el cual es la muerte. Como dice Pablo: «Por las obras de la ley ningún ser humano será justificado delante de Dios, porque por medio de la ley es el conocimiento del pecado (Rom.3.20). Moisés sirvió a Dios, prefigurando al futuro Salvador que justificaría y salvaría a su pueblo.
El centro del Nuevo Pacto
Jesús es digno de más gloria que Moisés. Jesús es el constructor de la casa de Dios. Moisés es uno del pueblo de Dios que habita en la casa de Dios. Jesús es el constructor de Moisés. Jesús hizo a Moisés. La iglesia de Jesucristo es hoy la casa de Dios. Lo que significa que Jesús es nuestro Hacedor, nuestro Gobernador, y nuestro Proveedor: Él es el Hijo de Dios; nosotros somos los siervos. Somos la casa de Dios. Moisés es uno del pueblo de Dios, que está con nosotros en esta casa, y él es nuestro con-siervo mediante su ministerio profético (Heb.3:1-6). Además, Cristo es nuestro Profeta, Apóstol, Intermediario, Sumo Sacerdote y Rey. Él es quien nos trajo un llamamiento celestial de parte de Dios y nos trazó un camino hacia Dios. De él depende toda nuestra esperanza en los cielos. La obra expiatoria de nuestro Sumo Sacerdote sobre la cruz es una obra completa y suficiente, porque tiene un valor infinito como la obra del mismo Dios.
La Ley y el Salvador
Ni la Ley, Moisés o nosotros somos el centro de la Biblia. Si leemos la Biblia de manera Cristocéntrica, tendremos un fundamento firme para nuestra fe, esperanza, seguridad y salvación. Si Cristo es el centro, ciertamente es el centro de nuestra salvación. Ya no llevamos la carga de condenación por nuestros pecados, que nos lleva a huir de Dios en vez de acercarnos. No tenemos que llevar la pesada e imposible carga de salvarnos por medio de obedecer la Ley, ritos, sacrificios, días, fiestas o buenas obras. No llevamos la carga religiosa de ser perfectos externamente, sino que a partir de la perfección de Cristo, somos ahora justos por Él. La Ley nos llevó a Cristo. El nos reconcilió y trajo a Dios. Y ahora estamos en paz con Dios por medio de Cristo.
Jesucristo superior a Moisés
Jesús no es simplemente un profeta. Él es la Palabra de Dios. Hebreos comienza diciendo que Dios nos ha hablado por medio de su Hijo, quien es la encarnación misma de la Palabra de Dios. Él es el profeta fiel del Nuevo Testamento. Jesús es el principal tema y objeto de la profecía. Por otro lado, Jesús es sacerdote. Pero su sacerdocio es perfecto. El Salmo 110 declara que el Mesías sería sacerdote y que no sería un sacerdote levítico, sino que sería un sacerdote de un orden superior, a saber, de la orden de Melquisedec. Y a nuevo sacerdocio, cambia la Ley (Heb. 7:11-28). El sacerdocio superior de Jesús se manifiesta en su perfección moral, en un nuevo pacto (v.9:15), y en que no tuvo que hacer ningún sacrificio por su propio pecado. El sacrificio que ofreció consistió en ofrecerse así mismo una vez y para siempre y, al igual que David; aprendió a ser un buen rey, entregando su vida para salvar a sus ovejas. Pero al tercer día resucitó, subió a los cielos y Dios lo elevó a Su diestra como el gobernante de todo el universo, como el Rey de reyes y Señor de Señores.
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Fuentes:
1. John Piper, Jesús: Digno de más gloria que Moisés, desiringgod.org, 4 agosto 1996.
2. R.C. Sproul, Los oficios de Cristo, es.ligonier.org, 24 mayo 2021.
3. Susana De Cano, ¿Por qué Cristo es el centro de la Biblia?, sreformanda.com, 2 agosto 2021.
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