Lamentablemente, la idea de deconstruir la fe se ha hecho muy popular. Y no debería sorprendernos: el posmodernismo, como filosofía, está calando en todos los ámbitos de la cultura y la iglesia cristiana no es la excepción. Sin embargo, la gran mayoría de los casos de «deconstrucción» están relacionados con asuntos morales e incluso políticos. Las personas rechazan lo que creen porque cuestionan las doctrinas, la fe que han abrazado y la posición del cristianismo histórico en diversos temas. En el fondo, la «deconstrucción» no es tanto un asunto de evaluación o estudio sincero de la teología, sino más bien de desechar una creencia para abrazar otra creencia más popular, el posmodernismo, donde no hay absolutos sino verdades relativas.
“Busca a aquellos que han evitado el espectáculo en favor de la constancia; que han sido fieles a Dios, a la familia, a la iglesia, a los amigos, durante un largo periodo de tiempo; que han aprendido mucho pero todavía tienen hambre de aprender; que encuentran el gozo en la sencillez; que mantienen la compostura frente a los obstáculos; que son más generosos de lo que la mayoría de la gente conoce; que se deleitan en las Escrituras; que aman y siguen a Jesús en todas las cosas grandes, pequeñas e intermedias de la vida”. Iván Mesa (Autor cubano-estadounidense, editor en Coalición por el Evangelio)
Rechazo por la verdad
El postmodernismo ha perdido completamente el interés en "la verdad", insistiendo en que no hay tal cosa como la verdad absoluta, objetiva o universal. El posmodernismo no solo es irracional desde el punto de vista filosófico y lógico, sino que es un paso funesto en la dirección equivocada. Simplemente se limita a negar que toda verdad pueda ser conocida objetivamente. Bajo este contexto, mensajes y afirmaciones bíblicas exclusivistas como Juan 14:6 se presentan como la antítesis de la doctrina central del postmodernismo.
Relativismo moral
El relativismo moral afirma que la moralidad no se basa en ninguna norma absoluta. Más bien, las verdades morales dependen de variables como la situación, la cultura, los sentimientos, etc. El relativismo, entonces, por definición es un sistema de conceptos, nociones y creencias que acepta como válidas dos o más posturas que son opuestas entre sí. Un absurdo lógico. La contradicción está en que afimar que lo que es verdad para unos no lo es para otros es, en sí misma, una afirmación absoluta. El relativismo atenta, entonces, contra Cristo mismo: atenta contra la única Verdad que hace libre al ser humano.
Contra la razón
El posmodernismo surge como reacción al modernismo. Mientras el modernismo afirmaba que la ciencia era el único camino razonable a la verdad (y ya no la religión), el posmodernismo cree que la ciencia ya no puede explicar la realidad. En su lugar, cree que la verdad no puede ser alcanzada, que la realidad depende de la subjetividad relativa de cada grupo social y de cada individuo. De esta forma, la realidad total de la existencia se reduce a la mente humana. La perspectiva final de la realidad de una persona es, en última instancia, tan válida como la de otra. De esta forma, el argumento principal al que apela es el de la tolerancia, el entender el punto de vista de la otra persona, sea cual sea. Ya sea que cierto individuo no crea en la Ley de la Gravedad, se sienta paloma y elija volar desde un séptimo piso; o ya sea que tenga ciertas preferencias de y/o de e dad; o prefiera la existen cia o no de cierto u otro grupo ét nic o: bajo el posmodernismo nada es condenable, porque nada es bueno o malo, y todo es válido y tolerable. Una completa irracionalidad.
Los medios de gracia
Si bien es cierto que debemos analizar cómo interactuamos con la sociedad en la que vivimos, y la manera en que procedemos como iglesia ante diversas situaciones o cuestionamientos culturales a nuestras creencias o conductas, todo esto debe hacerse a la luz de la Escritura y no al razonar o buscar respuestas fuera de ella. Si nuestra fe está puesta en Cristo y si creemos que la Biblia es la Palabra de Dios infalible e inerrante, entonces la respuesta no es «deconstruir» nuestra fe en el sentido más estricto de la frase; es decir, eliminar de nuestras vidas creencias y conductas bíblicas porque no nos sentimos a gusto con ellas o porque la cultura circundante las rechaza. Incluso en los días de dudas debemos ir al Señor y a nuestros hermanos en la fe para recibir consuelo, consejo y ayuda cuando atravesemos por esos momentos de dudas.
"La posmodernidad se inicia con una hipótesis que es incompatible con la Verdad objetiva divinamente revelada de la Escritura. Al igual que el modernismo, el postmodernismo se opone fundamental y diametralmente al Evangelio de Jesucristo". John MacArthur
Ahora bien, con respecto a la «deconstrucción» de la fe, es importante tener claro que hay una diferencia entre abandonar lo que uno cree y luchar con las dudas. A lo largo de la historia, muchos creyentes han vivido «crisis de fe» (1 Reyes 19). Asimismo, algunos casos de «deconstrucción» tienen que ver con experiencias personales muy dolorosas y/o traumáticas dentro del contexto de la iglesia y la familia como, por ejemplo, el abuso. En todos estos casos, el cuestionamiento es más que válido y debe ser discutido en amor con mucha paciencia y también empatía. Sin embargo, eso no significa que se buscará desechar la Palabra de Dios para encontrar una respuesta popular y aceptada por el mundo. La Escritura nos llama a examinarlo todo (1 Ts 5:21): qué creemos, por qué lo creemos, asegurarnos de que creemos en la verdad de la Palabra de Dios y no simplemente en algo que nos dijeron. Pero eso no es «deconstruir». Nuestra fe está puesta en Cristo quien es la roca firme y, una vez anclados en Él, nada nos puede quitar de allí porque le pertenecemos (Jn 10:28-29).
Fuentes:
5. José Pacheco, La posmodernidad y su efecto en las iglesias evangélicas latinoamericanas, Teología y Cultura, año 4, vol. 7, pp.97-105.
7. Ana Ávila, Cómo acompañar a los que están “deconstruyendo” su fe, Coalición por el Evangelio, 20 febrero, 2024.
Comments