El cristianismo tuvo que comenzar de alguna forma, y si solamente leemos los Evangelios hasta la crucifixión, es complicado explicarlo. Jesucristo no murió como el primer mártir de una buena causa. No hubo disturbios ni marchas cuando él fue juzgado y crucificado. Sus seguidores eran relativamente pocos y el pueblo judío tampoco se enfureció.
Fueron las apariciones postmortem de Cristo lo que avivó a la gente. El hecho histórico de la tumba vacía y la resurrección provocó el surgimiento de la iglesia cristiana, cuyo impacto continúa en las vidas de millones hasta hoy. La pregunta, sin embargo, es... ¿cómo sucedió? ¿Cuáles fueron los cambios religiosos, sociales y culturales que llevaron a la expansión del cristianismo de un pequeño grupo de hombres a conquistar todo un imperio y más?
“Las vidas radicalemente cambiadas de aquellos primeros creyentes cristianos están entre los testimonios más reveladores del hecho de la resurrección. Uno de los cambios más dramáticos fue su disposición a ir a todas partes a proclamar el mensaje del Cristo resucitado. Estos primeros cristianos fueron golpeados, apedreados hasta la muerte, arrojados a los leones, torturados, crucificados, y sometidos a cada método concebible para impedir que hablaran. Entregaron sus propias vidas como prueba suprema de confianza completa en la verdad de su mensaje”. Sean McDowell y Josh McDowell (apologistas y escritores estadounidenses)
Cambio de creencias
El cristianismo fue un movimiento iniciado por judíos en Jerusalén a causa de algo que habían experimentado: creían de verdad y habían sido testigos de la resurrección de Jesús de Nararet. Los primeros judeocristianos habían alterado o bien abandonado de manera significativa importantes estructuras y prácticas judías. Por ejemplo, los nuevos creyentes no ofrecieron más sacrificios de animales después de la cruz; también se sentían libres para rechazar ciertos aspectos de la Ley mosaica; además, aunque eran monoteístas, comenzaron a comprender la personalidad trina de Dios; y también entendieron que las Escrituras enseñaban sobre un Mesías sufriente previo al futuro Mesías reinante. En otras palabras, a estos judíos no les importó ser marginados sociales al alterar o abandonar las creencias centrales de su fe.
Testigos oculares
Cuando Jesucristo murió, su pequeño grupo de seguidores se dispersó y huyó. Sus esperanzas quedaron completamente destrozadas. Sin embargo, al tercer día, el suceso histórico referente a la tumba vacía y a las reiteradas apariciones post mortem de Jesucristo dan un giro de ciento ochenta grados.
Sus discípulos dejan de lado el miedo, la tristeza y la desesperanza, y encaran al mundo con valentía con un testimonio de confianza y valor que, incluso hasta hoy, no se ha extinguido. Ellos no solo habían sido los testigos oculares de las maravillas, milagros, prodigios, enseñanzas y sanidades de su maestro Jesucristo, sino que ahora estaban siendo testigos oculares de que su maestro, que había sido muerto y sepultado, ahora había resucitado de entre los muertos y lo estaban viendo con «muchas pruebas indubitables» (Hechos 1:3).
Del Sabbath a los gentiles
El plan redentor de Dios no solo es para el pueblo judío, sino para todos los que creen en Cristo. En Hechos, esto es evidente por primera vez con el centurión romano Cornelio (Hch. 10-11; cf. Gá. 3.13-14). Cristo es el Señor resucitado y ascendido de todos los pueblos (Hch. 10:36). La clave para el Concilio de Jerusalén fue el darse cuenta de que Cristo derramó su Espíritu sobre judíos y gentiles por igual, y que no hay distinción étnica al respecto (Hch. 15:8-9).
Antes de la era cristiana, concorde a la Ley, el día del culto judío era el séptimo de la semana, pero el Nuevo Testamento describe que inmediatamente después de la crucifixión de Jesús los primeros judeo-cristianos junto con los gentiles empezaron a adorar a Dios el primer día de la semana. Los hábitos religiosos se encuentran—según la opinión de sociólogos, antropólogos y demógrafos, entre los hábitos más lentos de cambiar. Sin embargo, la resurrección de Jesús produjo el cambio del día de adoración del sábado al domingo, sumado a la celebración de la Santa Cena ese mismo día.
La ekklesia
La resurrección fue un evento público, no una revelación privada dada a unas pocas personas. El cristianismo no es un conjunto de ideas que uno puede mantener en privado o vivirlas aislados del mundo. Es un mensaje público sobre una persona pública: Jesús de Nazaret, quien estuvo muerto y ahora vive. Tal y como Cristo ordenó a sus discípulos, Su Evangelio comenzó a correr desde Jerusalén a Judea, Samaria y hasta lo último de la tierra. Había nacido la Iglesia, como cuerpo espiritual; y en cada lugar donde el mensaje era recibo, muy rápidamente sociedades o asambleas pequeñas, llamadas ekklesias, empezaron a aparecer en varias ciudades a lo largo y ancho de todo el Imperio Romano.
La resurrección de Jesucristo
La teología cristiana primitiva se caracterizó por su creencia en la resurrección corporal de Jesús. Hechos presenta a Jesús como el resucitado, ascendido, y glorioso Rey de Reyes que está guiando a su iglesia, derramando su Espíritu, y otorgando perdón. Jesús es el centro de la predicación apostólica a través de Hechos. Como mensajeros de la misión, los apóstoles debían ser testigos oculares de la resurrección de Jesús (Hch. 1:21-22). Los apóstoles cubren muchos aspectos de la obra de Cristo, pero si tuviéramos que identificar el eje principal sobre el cual dependen sus argumentos, sería la resurrección. La resurrección es un acontecimiento tan importante y trascendental que sin su realidad, la iglesia cristiana primitiva nunca hubiera llegado a existir.
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Fuentes:
1. Josh y Sean McDowell, Evidencia que demanda un veredicto, Editorial Mundo Hispano, 2012, pp.310-314. CONSIGUE EL LIBRO AQUÍ
2. J. Oliver Buswell, Jr., Cristo, su persona y su obra, Editorial Unilit, 2003, pp.40-51. CONSIGUE EL LIBRO AQUÍ
3. CHBC: Capitol Hill Baptist Church, Apologética – Clase 5: La Resurrección, 9 Marks, 21 diciembre 2017.
4. Brandon D. Crowe, El momento crucial de la historia mundial: La resurrección según Hechos, Coalición por el Evangelio, 10 abril 2020.
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