Esta es la quinta parte de María: la construcción de un mito, una miniserie sobre los puntos más importantes de la Mariología católica apostólica romana.
Sin duda, la creencia en la virginidad perpetua de María constituye uno de los ejes de la mariología católica y oriental. Como vimos en artículos anteriores, tal afirmación choca totalmente con lo expresado en el Nuevo Testamento —donde se hace referencia repetida a los hermanos y hermanas de Jesús-— y en diversas fuentes cristianas no contenidas en la Biblia. De hecho, tratadistas católicos especializados en mariología se ven obligados a reconocer que tal doctrina no se desprende de la Escritura sino de una tradición posterior.
La postura oficial de la Iglesia Católica Romana sostiene que María, la madre de Jesús, permaneció virgen durante toda su vida. Antes de analizar pasajes bíblicos específicos, es crucial entender por qué la Iglesia Católica Romana defiende la idea de la virginidad perpetua de María. En la teología católica, María es considerada "Madre de Dios" y "Reina del Cielo." Los católicos creen que ella ocupa un lugar elevado en el cielo, con un acceso especial a Jesús y a Dios Padre. Sin embargo, este concepto no se encuentra en la Biblia. Además, incluso si María ocupara un lugar tan destacado, el hecho de haber tenido una relación sexual no le habría impedido alcanzar tal posición. La Biblia no condena el sexo dentro del matrimonio, y María no se habría deshonrado por tener relaciones con su esposo, José. La doctrina de la virginidad perpetua de María se basa en interpretaciones erróneas de las Escrituras y en un malentendido acerca del sexo. La Biblia no apoya la enseñanza de María como Reina del Cielo ni la necesidad de una virginidad perpetua como requisito de pureza o santidad.
"La pregunta básica es si el concepto Católico Romano sobre María—su devoción y veneración—se considera Mariología o Mariolatría. Adorar a un ser humano, sin importar lo ejemplar que sea, viene a ser idolatría. Oficialmente, la Iglesia Católica Romana no aprueba la adoración a María— pero está muy cerca. Para efectos prácticos, creo que puedo decir sin temor de estar equivocado que millones de Católicos Romanos adoran a María hoy en día". R.C.Sproul
El origen
La Escritura no hace referencia a la virginidad perpetua de María, y para entender esta creencia, se debe aceptar una construcción teológica posterior. Aunque antigua, esta creencia no parece haber sido sostenida antes del siglo cuarto. Uno de los primeros testimonios que poseemos sobre esta doctrina es el del Papa León Magno, quien, a mediados del siglo V, afirmaba que María «dio a luz conservando la virginidad, así como la había conservado al concebirlo».
Este desarrollo no se expandió de manera considerable en la cristiandad hasta la Edad Media. Su origen, sin embargo, puede situarse en la secta herética de los ebionitas (y no tanto en movimientos gnósticos) hacia el siglo III, en el Protoevangelio de Santiago. Aunque parte de la intención del escrito tenía un propósito positivo, que analizaremos de inmediato, no podemos ignorar el hecho de que sus raíces eran heterodoxas, su autor era falso, su teología antibíblica, y su contenido contrario a las Escrituras y al testimonio de fuentes históricas.
Los ebionitas eran judíos dispuestos a creer en la mesianidad de Jesús pero no en su divinidad. Estrictos en lo que a las normas de alimentación se refiere, también cayeron ocasionalmente en una alabanza de la ascesis sexual, hasta el punto de considerar la virginidad como algo moralmente superior al matrimonio. Para ellos, poder presentar un relato en que se relacionaba a la madre de Jesús con un ideal de virginidad perpetuo debió ser especialmente tentador. Si María había sido siempre virgen, eso podía ser interpretado como una prueba de que Dios mismo no había deseado quebrantar un estado tan supuestamente bendito, ni siquiera para que naciera el mesías.
El motivo
En los Hechos de Pilato, cap. II-3, un escrito del siglo segundo, la acusación dirigida contra Jesús es clara: «¿Qué es lo que vemos? Primero, que tú has nacido de la fornicación». Tertuliano también señaló (De Spectaculis XXX, 3) que entre los judíos de su tiempo era común decir que Jesús era hijo de una prostituta (quaestuiaria).
Las propias fuentes judías son aún más groseras. En el Talmud, Jesús es llamado «hijo de Pantera», lo que implica que era el bastardo de María y un soldado llamado así. Esta afirmación se remonta a rabinos del periodo tannaítico, es decir, a comienzos del siglo segundo. En la Mishná Yebamot (4,13), también se menciona que Simeón ben Azzai, un rabino de esa época, encontró una genealogía antes del año 70 d.C. que decía que Jesús era «ilegítimo, nacido de una mujer casada».
Esta tradición continuó en el periodo de la historia judía denominado como amoraítico (200-500 d.C.), y en las leyendas medievales del Toledot Yeshú, el "anti-evangelio" medieval, considerado una parodia del evangelio cristiano, dentro de la literatura rabínica. La falsa acusación de los judíos incrédulos insistía en que Jesús era hijo de una adúltera que había tenido relaciones con un gentil (Pantera), quien formaba parte de las legiones romanas.
Este enfrentamiento no solo ocurrió en Palestina, sino también en tierras gentiles. El filósofo pagano Celso, escribiendo contra los cristianos entre los años 177-180 d.C., se basó en fuentes judías al afirmar que Jesús era un bastardo y su madre una ramera. Lamentablemente, a partir de una falacia tan grande y para contrarrestar tal mentira, se erigió uno de los pilares esenciales de catolicismo «la perpetua virginidad de María». De hecho, puede afirmarse que, sin el Protoevangelio de Santiago, el desarrollo posterior de la mariología no habría sido el mismo.
La Escritura
¿Qué es lo que dice la Biblia acerca de la perpetua virginidad de María? Usando la Nueva Biblia Americana, la cual es una traducción católica de la Biblia, podemos ver que la perpetua virginidad de María no es enseñada en la Biblia. Mateo 1:25 nos dice, “Él no tuvo relaciones con ella hasta que ella dio a luz un hijo, y él le llamó Jesús.” Él, José no tuvo relaciones sexuales con ella, María, HASTA que ella dio a luz a un hijo, Jesús”. El significado de esta Escritura es abundantemente claro. José y María no tuvieron relaciones sexuales hasta después de que nació Jesús.
Mateo 13:55.56 declara, “¿No es Él el hijo del carpintero? ¿No se llama su madre María, y sus hermanos, Jacobo, José, Simón y Judas? ¿No están todas sus hermanas con nosotros?” Como ya hemos analizado, los católicos argumentan, incorrectamente, que los términos griegos para “hermanos” y “hermanas” en estos versos pueden referirse también a familiares masculinos y femeninos, no necesaria y literalmente a hermanos y hermanas, o a hijos e hijas de un matrimonio anterior de José. Sin embargo, el análisis lingüístico despeja toda duda: eran hijos e hijas carnales de José y María, por lo que es necesario deformar el significado del texto para interpretar el hermanos y hermanas como “primos” o “parientes” habiéndose mencionado al padre y a la madre de Jesús. La perpetua virginidad de María no puede ser obtenida de la Escritura. Debe ser forzada en la Escritura, en contradicción con lo que la Escritura claramente establece.
Por otra parte, la Biblia afirma sin lugar a dudas que María concibió a Jesús siendo virgen (Mt 1:24-25). Sin embargo, como hemos analizado, la Palabra de Dios es clara en el resto de los relatos de los evangelios en cuanto a que María tuvo más hijos: estos son llamados hermanos y hermanas de Jesús (Mateo 13:55). Empero, la Iglesia Católica ha querido mantener «la virginidad perpetua de María» que afirma que ella jamás tuvo relaciones sexuales con José.
Esta doctrina presenta dos errores: El primero es considerar que la sexualidad es algo impuro. Este concepto católico también se observa en la enseñanza del celibato obligatorio de los sacerdotes, como si esto fuera una muestra de mayor pureza. El segundo error es que sería algo honroso para María estar casada con José y no tener relaciones sexuales con él; sin embargo, contrario a esta idea, este comportamiento convertiría a María no en una mujer piadosa, sino en una mujer que incumplió su papel como esposa respecto a su marido, y en últimas habría estado pecando bajo la instrucción de 1 Corintios 7:5.
Últimas palabras
El "Protoevangelio de Santiago" pretendía defender la figura de María. Sin embargo, aunque sus intenciones eran nobles en ese aspecto, su autor olvidó que el fin no justifica los medios y que no se puede combatir al "padre de la mentira" (Juan 8:44) recurriendo precisamente a la falsedad.
Por doloroso que sea para muchos, el historiador honesto no puede sino reconocer que el origen de la creencia en la virginidad perpetua de María no está en el Nuevo Testamento ni en fuentes históricas fiables, ya sean escritas o arqueológicas. Sus raíces están en una obra del siglo tercero d.C., presentada falsamente bajo el nombre de Santiago, el hermano de Jesús, quien murió en el año 62 d.C.; surgida en la secta herética de los ebionitas, con la intención de introducir una visión ascética que, para defender a Jesús y María, recurrió no a hechos históricos, sino a invenciones que nunca ocurrieron.
Desde un punto de vista moral, es lamentable que, durante siglos, millones de personas hayan ignorado la evidencia de los Evangelios revelados por Dios, para aceptar un documento apócrifo sin garantías. Es aún más doloroso que se haya utilizado la condena eclesiástica contra aquellos que, por razones justificadas, no aceptaran tal doctrina.
Fuentes:
R.C. Sproul, ¿Estamos Juntos en Verdad?, Editorial Faro de Gracia, 2019, pp. 113-114
R.C. Sproul, Nacido de la virgen María, Coalición por el Evangelio, 1 enero 2018.
Cristiano Reformado, ¿Quién era la Virgen María y quién no era?, 7 diciembre 2014.
Michael Berenbaum, Fred Skolnik, Toledot Yeshu - Encyclopaedia Judaica, Detroit: Gale Virtual Reference Library. 2006, pp. 28-29.
Santiago Armel, Lo que todo cristiano debería conocer sobre la virgen María, Iglesia Bíblica Soberana Gracia, 8 Septiembre 2017.
César Vidal, El mito de María, Editorial Chick, 1995, pp. 42- 52.
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