Jesús de Nazaret es la figura más importante que el planeta jamás haya conocido. Este galileo es el maestro y campesino que ha tenido más influencia en la humanidad que ninguna otra persona. Nuestro sistema educativo, la ciencia, nuestros valores, nuestras normas, nuestras leyes, nuestra medicina y nuestro amor por la justicia y la libertad deben más a Él que a ninguna otra fuente. El arte, la música, la escultura, el pensamiento, la literatura, han mencionado a Jesucristo más que a ningún otro tópico durante los últimos dos mil años. Sin embargo; cuando indagamos sobre su vida, las declaraciones sobre su deidad hace que muchos se sientan incómodos y que Él solamente sea calificado no como Dios sino como un gran maestro moral. Sin embargo, ¿es esta declaración cierta?
“¿Cómo en el nombre de la lógica, del sentido común y de la experiencia, podría un impostor, que es un hombre engañoso, egoísta y depravado, haber inventado y mantenido de manera coherente, desde el principio al fin, el más puro y noble carácter conocido en la historia con la más perfecta apariencia de la verdad y la realidad? ¿Cómo podía haber concebido y realizado un plan incomparable de benevolencia, de magnitud moral y sublimidad, y sacrificado su propia vida por esto, ante los más fuertes prejuicios de su pueblo y su época?”. Philip Schaff (Historiador y teólogo suizo)
Dios hecho carne
Uno de los argumentos que los no creyentes suelen utilizar contra la figura de Jesús es que Él sólo fue un gran maestro humano, sólo un maestro de moral. Sin embargo, este es un argumento absurdo dado que Jesucristo nunca se presentó a sí mismo de ese modo. Él no decía de sí mismo que fuera un profeta más, como podría serlo Elías, Isaías o cualquier otro. Fue mucho más lejos. Se presentó al mundo como el Mesías, el Cristo, el Hijo de Dios. Por lo tanto considerarlo sólo un mero maestro humano es poner en su boca algo que realmente Él nunca dijo y no atender a sus palabras y acciones, que lo muestran claramente como el salvador de la humanidad, como la Palabra encarnada, el Verbo de Dios hecho carne, como Dios mismo hecho hombre.
Aun así, muchos ateos y escépticos continúan sosteniendo que Jesús no era Dios pero sí era un gran maestro de la moral. Este argumento es, además, en sí, una gran contradicción, ya que si Jesús decía que era Dios, pero mentía, entonces no era un gran maestro de moral sino que era un gran embustero, un mentiroso, un hipócrita, alguien que pidió a otros que fueran honrados cuando él mismo predicaba una mentira descomunal. Además, aparte de ser un mentiroso, también habría sido un tonto al dejarse crucificar por una mentira. Definitivamente el perfil de Jesús, con su carácter tan noble y puro, tan lleno de amor y misericordia, no coincide con el de un simple mentiroso e impostor.
La conclusión de que Jesús fue un mentiroso deliberado no coincide con lo que sabemos de Él ni con los resultados de su vida y sus enseñanzas. Siempre que se proclama a Jesús, vemos vidas cambiadas para bien, familias transformadas, sociedades y naciones reconstruidas. Los que mataban, no matan más, los que robaban llegan a ser honrados, los que no trabajaban ahora ganan su pan con el sudor de su frente, los alcohólicos se vuelven sobrios, los individuos llenos de odio se convierten en canales de amor, las personas injustas adoptan la justicia.
Un mensaje transformador
William Lecky, uno de los más notables entre los historiadores, ensayistas y filósofos de Gran Bretaña del siglo XIX, escéptico y crítico de la religión institucionalizada, en su obra Historia de la libertad en Antigua Roma supo valorar el efecto del mensaje de Jesucristo en el mundo. Sostuvo que el mensaje de Jesucristo fue uno de los factores que contribuyó al surgimiento de la libertad individual y la democracia en Occidente. Escribió que el cristianismo presentó al mundo un ideal que, a lo largo de los siglos, ha inspirado a los corazones de los hombres con un apasionado amor; se ha mostrado capaz de actuar en todas las edades, las naciones, los temperamentos y las condiciones; no solo ha sido el más alto modelo de virtud, sino el mayor incentivo para su práctica. También dijo que el breve ministerio de Jesucristo ha hecho más para regenerar y suavizar a la humanidad que todos los debates de los filósofos y todas las exhortaciones y consejos de los moralistas, juntos.
No fue un mentiroso
Alguien que vivió como vivió Jesús, que enseñó como enseñó Jesús y que murió como murió Jesús no podría haber sido un mentiroso. ¿Por qué no ejerció su ministerio en Egipto, o incluso en Grecia, donde ya creían en varios dioses y sus diversas manifestaciones? ¿Por qué se mostró como un carpintero común y corriente en una pequeña y poco distinguida aldea de un país tan pequeño en tamaño y población? ¿Por qué predicó sobre su deidad en un país tan apegado por completo al concepto monoteísta de un solo Dios?
No salgamos argumentando la necedad de que Él fue un gran maestro humano. Él no nos dejó sus enseñanzas y sus declaraciones para que lleguemos a esa conclusión. Aun así, como diría C.S.Lewis, Jesucristo puede ser escupido y crucificado por ser un demonio o un mentiroso; o puede ser llamado y adorado como Dios, Señor y Salvador.
Fuentes:
1. Josh McDowell, Más que un carpintero, Editorial Unilit, 2012, pp.47-51. CONSIGUE EL LIBRO AQUÍ
2. Josué Ferrer, ¿Por qué dejé de ser ateo?, Editorial Dinámica, 2009, pp.115-168. CONSIGUE EL LIBRO AQUÍ
3. Michael Green y Gordon Carkner, Diez mitos sobre el cristianismo, Editorial Unilit, 1990, pp. 1-25. CONSIGUE EL LIBRO AQUÍ
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