William Tyndale nació en el año 1494 en Gloucester, Inglaterra, y comenzó a estudiar en Oxford en 1510, pero luego se mudó a Cambridge. Era un erudito con habilidades lingüísticas notables, hablaba siete idiomas, dominaba el hebreo y el griego antiguos. William descubrió la edición griega del Nuevo Testamento de Erasmo, y de allí surgió la ambición de traducir el Nuevo Testamento al inglés para compartir las buenas nuevas de la justificación por la fe con sus compatriotas. El resto de su vida se dedicó a predicar lo que había oído de Erasmo: “Cristo desea que sus misterios se publiquen en el extranjero lo más ampliamente posible. Me gustaría que [los Evangelios y las epístolas de Pablo] se tradujeran a todos los idiomas, a todos los cristianos, y que pudieran leerse y conocerse”.
“No te desesperes, ni te desanimes, oh lector, porque te esté prohibido a costo de tu vida y tus bienes, o porque le ponga fin a la paz del rey, o sea traición contra su alteza, leer la Palabra que da salud a tu alma; porque si Dios está de nuestro lado, qué importa quién esté en contra de nosotros, sean obispos, cardenales o papas”. William Tyndale
La traducción
En 1523 buscó permiso y fondos del obispo de Londres para traducir el Nuevo Testamento, pero éste se negó, además de que lo convencieron de que este proyecto no sería bienvenido en Inglaterra. A pesar de los obstáculos y la hostilidad de las autoridades, Tyndale emprendió esta misión y se trasladó a ciudades europeas como Hamburgo, Wittenberg y Colonia para evitar la persecución en Inglaterra. En su última parada, en la ciudad luterana de Worms, fue donde surgió la primera traducción del Nuevo Testamento del griego al inglés en 1525. Esta versión ingresó de contrabando a Inglaterra casi de inmediato, y no recibió una buena respuesta por parte de líderes como el rey Enrique VIII y Thomas Moro, quienes opinaron que el testamento de Tyndale era “el testamento de su maestro Anticristo”. Rápidamente las autoridades compraron muchas de las copias de su obra con el fin de silenciar a Tyndale, aunque, irónicamente, financiaron su trabajo al hacerlo.
Mientras tanto, William se había mudado a Amberes, una ciudad donde no lo perseguían ni los ingleses ni los delegados católicos del Sacro Imperio. Logró evadir a las autoridades con la ayuda de sus amigos por nueve años, y también revisó su Nuevo Testamento y comenzó a traducir el Antiguo. Su trabajo de traducción se volvió decisivo en la historia de la Biblia en el idioma inglés y, cuando los traductores de la Versión Autorizada debatieron cómo traducir los idiomas originales de la Biblia, casi todos concluyeron que Tyndale tenía la mejor herramienta.
Arresto y muerte
Durante este tiempo también se dedicó a las buenas obras. Visitaba a otros refugiados religiosos de Inglaterra; caminaba por las calles buscando ministrar a los pobres; cenaba en las casas de comerciantes, leyendo la Escritura de manera continua; y escribía tratados, libros y traducciones de la Biblia. Sin embargo, un complot para asesinarlo se estaba gestando. Henry Phillips, un hombre ladrón y hundido en las apuestas, se acercó a Tyndale y pronto logró ver sus libros y documentos. En mayo de 1535, Phillips sacó a Tyndale de su residencia y lo entregó a las autoridades.
Inmediatamente, Tyndale fue encarcelado en el Castillo de Vilvorde, la prisión estatal principal en los Países Bajos, y enfrentó acusaciones de herejía, ocasionando que el proceso legal se extendiera por varios meses. Durante ese tiempo, Tyndale tuvo muchas horas para meditar sobre sus propias enseñanzas. Finalmente, a principios de agosto de 1536, Tyndale fue declarado hereje, despojado de su estatus clerical y entregado a las autoridades seculares para ser castigado. El viernes 6 de octubre, después de que los funcionarios locales estuvieran presentes, llevaron a Tyndale al centro de la plaza del pueblo y le dieron la oportunidad de retractarse, a lo que él se negó. Falleció por estrangulamiento y luego lo prendieron fuego, aunque se habló más que nada de su paciencia al momento de morir.
Legado
La historia de William Tyndale es un testimonio de su fervor por compartir las Escrituras con el pueblo y su disposición a pagar un alto precio por ello. Su contribución a la traducción de la Biblia en inglés se considera invaluable. Además de su labor como traductor, Tyndale también se dedicó a las buenas obras y la predicación, demostrando con sus acciones el compromiso con sus creencias. Su legado perdura como un ejemplo de valentía y devoción en la causa de llevar la Palabra de Dios a todos.
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Fuente
Mark Galli, Ted Olsen, Giancarlo Montemayor, Joel Rosario, Iván Mesa; 50 cristianos que cambiaron el mundo; B&H Publishing Group en español; 2021; pp. 261 - 264 CONSIGUE EL LIBRO AQUÍ
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